Entre el 25 de abril y el jueves último en que regresó al país, el jefe de Estado destinó 27 días a viajar y desarrollar una agenda internacional que le ocupó 11 días en los Estados Unidos, otros 11 en el Estado Vaticano, Japón, Singapur y Emiratos Árabes Unidos, y más recientemente, 5 días para la visita a la India.
Nakayama dice que no le molestaría en absoluto que el presidente viaje tan seguido, si tuviésemos el país más ordenado, “pero en el Paraguay tenemos muchos problemas acuciantes que requieren de la atención y del liderazgo de él”. Por eso, su criterio es que un presidente primero tiene ordenar la casa, que es la prioridad, y luego pensar en otros países, en viajes. “No quiero ser muy crítico ni categórico en este sentido porque reconozco el provecho que se puede sacar de esos viajes, y que el Paraguay no puede seguir aislado del mundo”, ite y agrega que debería buscarse un mayor equilibrio entre la gestión política interna, donde se requiere del liderazgo del mandatario, y los viajes internacionales.
El doctor Eusebio Ayala, quien fue presidente del Paraguay en dos ocasiones y un gran estadista, resalta Nakayama, decía que el Paraguay debe abandonar su mentalidad mediterránea y asumir su posición de centralismo subcontinental. “Y los gobiernos trascienden con obras como el Corredor Bioceánico que coloca al Paraguay en el centro de ese eje”, cita.
El ex diputado colorado, abogado y catedrático, Hugo Estigarribia, resalta por su parte que el Poder Ejecutivo es el encargado de conducir las relaciones exteriores de la República, pero las funciones específicas las delega al ministro de Relaciones Exteriores. Para ello, el canciller tiene toda una cartera ministerial con presupuesto y dispone de una red de embajadas y consulados en los países respectivos para hacer la tarea diplomática. En su opinión, el argumento que repite Peña al justificar sus continuos viajes como vía para dar a conocer el Paraguay y atraer inversiones pierde fuerza frente a este otro que resalta que lo principal para atraer inversiones es la seguridad jurídica, “algo que Paraguay no tiene”, resalta.
La imprevisibilidad institucional que traer esa inseguridad jurídica ha hecho ganar al país una “muy mala fama”. Por eso, dice, los viajes del presidente “sirven de poco y nada”, porque si bien el trato personal ayuda, la situación de Paraguay es conocida por las autoridades de los países que reciben al presidente, a través de la información que le remiten sus embajadas.
Mientras el jefe de Estado trabaja internamente para el fortalecimiento institucional y para garantizar seguridad jurídica, el dar a conocer el país en el mundo es tarea en la que deberían trabajar el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio de Industria y Comercio. Además, todas las embajadas deberían contar con funcionarios especializados exclusivamente en comercio e inversiones, dice Estigarribia.
La aboga, politóloga y especialista en derechos humanos, Line Bareiro, dice que sería bueno que el presidente se dedique más al Gobierno Nacional y delegue en altos/as funcionarios/as algunos viajes. “En el Ministerio de Relaciones Exteriores hay gente altamente calificada. Siento un gran respeto por la Academia Diplomática y Consular del Paraguay y por las diplomáticas feministas. En general hay un buen plantel diplomático en el país aunque no estoy segura que el actual canciller sea la mejor opción”, sostiene. Está convencida de que Peña podría estar más tiempo en el país haciéndose cargo de situaciones de la mayor importancia como por la renovación del Tratado de Itaipú y cuestiones de política interna. El manejo de las relaciones internacionales no ha sido lo más relevante o positivo del Gobierno Peña, dice.