25 may. 2025

Donald Trump y sus primeros 100 días de gobierno: Política exterior respecto a los aranceles aduaneros

El segundo mandato del presidente de los Estados Unidos ha comenzado intensamente en numerosas áreas de la política exterior, con marchas y contramarchas en el caso de la imposición de aranceles a los bienes importados.

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Jorge Daniel Codas Thompson
Analista de política internacional

Desde el primer día de su segundo mandato como presidente de los Estados Unidos, Donald Trump inició una agenda de políticas públicas que se ha mantenido intensa al llegar a los primeros 100 días de su mandato. El origen de la evaluación de los “100 días” de cada presidente estadounidense tiene su raíz en el primer mandato del presidente Franklin Delano Roosevelt quien, al comenzar su presidencia en el peor momento de la Gran Depresión en 1933, firmó 99 órdenes ejecutivas en los primeros 100 días, siendo hasta hace unos días el mandatario con mayores acciones ejecutivas en dicho período. Trump superó a Roosevelt con 142 órdenes ejecutivas en sus primeros en sus primeros 100 días, con acciones que van desde la imposición de aranceles a los bienes importados a medidas de inmigración y control fronterizo, así como órdenes relacionadas a la defensa nacional y la política exterior. La agenda de Trump en política externa ha sido tan intensa que varios analistas ya definen a la misma como la Doctrina Trump de política exterior. Este artículo disiente con dicha definición, dado el escaso tiempo de gobierno del presidente estadounidense en su segundo mandato, pero analiza la iniciativa más prominente de su agenda externa, la imposición de aranceles a los bienes importados, y sus resultados hasta el momento. En siguientes entregas, se analizarán otros temas resaltantes de la política exterior de Trump, como sus intentos de mediar para lograr la paz entre Rusia y Ucrania, y su conducta expansionista respecto a naciones y territorios en el Hemisferio Occidental.

La política exterior comercial del gobierno de Trump se basa en la premisa de que los Estados Unidos ha sido abusado económicamente por otros países, tanto aliados como adversarios, por numerosos años. La queja se centra en la estructura institucional del comercio internacional bajo el cual operan la superpotencia norteamericana y el resto del mundo, y la principal queja se centra en la República Popular China, país que, según Washington, se aprovechado sistemáticamente de los Estados Unidos. De los temas de política exterior, que están un poco más alejados del día a día de la gente, es probable que el de la imposición de aranceles aduaneros a productos de otros países, sobre todo a los provenientes de China, es el que ya les afecte, y les afectará aún más en los próximos meses. El tema del déficit en la balanza comercial de los Estados Unidos ha sido tema de preocupación para Trump desde su juventud. Ya en la década de 1980, Trump publicó una solicitada en el New York Times, argumentando que Estados Unidos debía imponer aranceles aduaneros a Japón, el gran adversario comercial y económico de aquella época.

Aparentemente, hasta los primeros sesenta días de gobierno, cuando anuncia lo que él denominó Día de Liberación Nacional, Trump se sintió al inicio plenamente libre de imponer su agenda pública en materia de aranceles, pero terminó prorrogando varias veces los aranceles a sus dos vecinos y principales socios comerciales, México y Canadá. El 2 de abril, anunció la imposición de aranceles “recíprocos” (entre comillas, porque la metodología para su cálculo no ha quedado clara en ningún momento) a todos los países del mundo, pero suspendió los mismos por 90 días para todas las naciones, excepto China, dando la impresión de que no hay claridad en los objetivos, en las medidas y el cálculo de las consecuencias de la imposición de los aranceles.

La reacción de los mercados financieros parece haber alarmado a la Casa Blanca, las Bolsas llegaron a caer 20% (se recuperaron parcialmente después), y cayeron también la cotización del dólar y el precio de los Bonos del Tesoro, indicando que el mundo financiero interpretaba las medidas tomadas como el preludio de una crisis económica. Hay otros indicadores que posiblemente estén preocupando a la istración de Trump. El Índice de Confianza del Consumidor de la Universidad de Michigan cayó por cuarto mes consecutivo, un 8% en el último informe. Si bien el descenso de las condiciones actuales en abril fue moderado, el índice de expectativas (que indican que los consumidores esperan un empeoramieto de la economía) de los consumidores se desplomó, con caídas en las finanzas personales y las condiciones comerciales. Las expectativas han caído 32% desde enero, la mayor caída porcentual trimestral observada desde la recesión de 1990. Si bien el deterioro de este mes fue particularmente pronunciado para las familias de ingresos medios, las expectativas empeoraron para amplios sectores de la población, independientemente de su edad, educación, ingresos y afiliación política. La aprobación pública de Trump ha sufrido asimismo un sustancial descenso, con la encuestadora YouGov reportando un 41% de aprobación y 53% de desaprobación, números más negativos que las de Biden, Obama y el propio Trump en su primer gobierno.

Asimismo, el Buró Nacional de Investigación Económica informó que la economía cayó un 0.3% en el trimestre enero-marzo, muy por debajo del 0.8% de crecimiento que marcaba el consenso de los analistas económicos, y significativamente menos que el 2.4% de crecimiento del trimestre Octubre-diciembre de 2024. Es importante tener en cuenta que esto fue incluso antes del 2 de abril, en el que se anuncian los aranceles. La importación de bienes subió 47%, indicando que las empresas y consumidores se estaban preparando para la suba de precios producto de la política arancelaria, comprando bienes por adelantado en el exterior.

Ante todo esto, Trump retrocedió, y suspendió los aranceles recíprocos con todos los países del mundo excepto China, e incluso dio señales de querer negociar con el gobierno chino, que en general se ha mostrado renuente a un diálogo sobre los aranceles. Trump afirma que una gran cantidad de países se han acercado a negociar con su país, buscando acuerdos comerciales mutuamente beneficiosos. Si efectivamente lograra un cierto cúmulo de acuerdos de este tipo, es probable que pueda presentarlos como una victoria de su política de aranceles, pero por el momento aún no se puede determinar si este es el caso.

Específicamente, con China, es posible que Beijing decida optar por una estrategia de mediano plazo y espere que Trump termine su mandato. En este sentido, juega a su favor el hecho de ser una dictadura y de que una porción muy significativa de la población china tiene marcados sentimientos nacionalistas, por lo que probablemente apoyaría una decisión así. Sin embargo, China, cuyo sector manufacturero ya está también sufriendo las consecuencias de la guerra comercial, manifestó el día de ayer que está dispuesta a negociar. Remarcando que la guerra comercial la inició unilateralmente Estados Unidos, Beijing expresó que Washington debe mostrar “voluntad genuina de negociar”, agregando que si hay verdadera vocación de diálogo, las puertas están abiertas, y que si la guerra comercial persiste, China la llevará “hasta el final”.

Las que no tienen sentimientos nacionalistas y deben responder a sus accionistas son las grandes empresas estadounidenses, que están ando directamente a la istración de Trump para conseguir excepciones, como la que logró el sector automotriz respecto a los aranceles al acero y las autopartes. Este tipo de presión no la tiene el Presidente Xi Jinping, lo cual le permite manejar con mucho más control el conflicto con Estados Unidos.

Asimismo, en Estados Unidos, ya ha habido abucheos a congresistas en audiencias abiertas al público en ayuntamientos (eventos conocidos como “town halls”), y si los aranceles efectivamente generan un aumento significativo de la inflación, esto podría derivar en protestas masivas e incluso en una contracción fuerte del gasto del consumidor, lo cual podría conllevar una recesión, o al menos una desaceleración económica. La verdad es que aún no se puede predecir, porque nunca ha habido una imposición de aranceles tan alta entre las dos principales potencias del mundo, y nunca antes el comercio internacional ha sido tan alto como porcentaje de la economía mundial como lo es hoy.

El otro desafío doméstico que tiene la istración de Donald Trump emana del ordenamiento constitucional y legal de los Estados Unidos. Debido a la asignación de autoridad de la Constitución, el presidente debe identificar una ley mediante la cual el Congreso le otorgó la facultad de imponer aranceles. Los aranceles específicos para cada país del presidente Trump se basan en la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA, por sus siglas en inglés) de 1977. La IEEPA exige que, antes de invocar sus poderes, el presidente debe declarar una emergencia con respecto a “una amenaza inusual y extraordinaria, que tenga su origen total o sustancial fuera de Estados Unidos, para la seguridad nacional, la política exterior o la economía de Estados Unidos”, con el objetivo de desbloquear los poderes otorgados por dicha ley. La istración Trump ha optado por basarse en la IEEPA precisamente porque, a diferencia de prácticamente cualquier otra ley que autoriza aranceles, esta solo requiere una simple declaración, no una investigación istrativa que podría requerir mucho tiempo y hallazgos fácticos específicos. El presidente puede declarar una emergencia y tomar medidas de inmediato. Sin embargo, La Ley de Emergencias Nacionales (NEA, por sus siglas en inglés) exige que el Presidente presente informes periódicos al Congreso sobre las circunstancias, amenazas y medidas adoptadas en virtud de la IEEPA. Las cámaras del Congreso también pueden revocar la declaración de emergencia nacional subyacente mediante la promulgación de una resolución conjunta de desaprobación. Esto podría pasar si numerosos congresistas republicanos reciben llamados de actores económicos poderosos de sus distritos o estados.

En resumen, el inicio vertiginoso de la imposición de aranceles a los bienes importados se ha topado con una actitud frontal por parte de China, y empiezan a haber cada vez más voces, sobre todo en el sector empresarial estadounidense, que piden mesura o, cuanto menos, excepciones para los bienes o materias primas que necesitan importar. Trump, por su estilo de liderazgo enfatizando que es alguien siempre exitoso, necesitará mostrar resultados concretos al sector empresarial y consumidor en los Estados Unidos. Dichos resultados podrían provenir de un cúmulo de acuerdos bilaterales con países a quienes se les prorrogó la imposición de aranceles o, de manera más significativa, de su gran rival por la hegemonía global, China.

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