Dolor y valentía es lo que tuvo Gladys Collante, una joven madre de 30 años, cuando tomó la difícil decisión de ceder el cuidado de sus hijos en medio de una lucha frenética contra el cáncer. La mujer pensó que así tendrían un futuro mejor.
Fue así cuando Néstor, Aldo, Fátima y Shirley se separaron en el año 1992.
Los dos niños quedaron bajo el cuidado de su padre, mientras que Fátima y Shirley fueron entregadas a distintas familias. Por su parte, Alberto aún no había nacido.
Gladys se negó a someterse al tratamiento contra el cáncer debido a que estaba embarazada y se negaba a interrumpir la gestación. Poco después que naciera su quinto hijo, finalmente ella falleció en el entonces Instituto del Cáncer.
Los hermanos tomaron diferentes rumbos sin perder la esperanza de que, algún día, se volverían a encontrar. En el caso de Alberto nunca se le informó sobre sus raíces, pero siempre sospechó “de que era adoptado”.
Las edades de los protagonistas están entre los 29 y 32 años. En algunos casos no concuerdan con sus documentos ya que no fueron registrados durante sus primeros años de vida.
Una búsqueda que se intensificó en Madrid
Fátima Collante vive actualmente en Madrid, España y siempre soñó con volver a estar en o con sus hermanos. Tras compartir su anhelo con su pareja, Marcos Martínez, paraguayo a quien conoció estando en el Viejo Continente, este decidió ayudarla en su búsqueda.
En comunicación con Última Hora, el hombre comentó que la familia materna nunca quiso dar datos sobre las personas que quedaron al cuidado de los hijos de Gladys.
A pesar de que Fátima vivió gran parte de su vida en el extranjero, su reencuentro con sus hermanos mayores Néstor y Aldo fue algo más sencillo, ya que ellos estaban con la familia paterna. Sin embargo, poco después de dar con ellos, Aldo falleció.
Pese a la negativa de la abuela de brindar datos sobre el paradero de sus nietos, Fátima y su pareja no perdieron las esperanzas y tocaron varias puertas para obtener informaciones.
Finalmente, supieron que Shirley quedó al cuidado de una enfermera llamada Ana que cuidó a su madre en su lecho de muerte y que Alberto fue entregado a un tal Lalo Sanabria.
Estudió Enfermería y volvió al sitio donde murió su madre
Con los pocos datos que tenían Fátima y Marcos, el pasado miércoles redactaron una publicación y la subieron al grupo de Facebook Dónde estás (Paraguay), en el que se comparten historias de búsquedas.
“Busco a una señora que trabajó de enfermera en el Instituto del Cáncer, en Paraguay. Se llama Ana y fue entre el año 1991 y 1992. Mi madre estaba ingresada en el hospital y mientras dejó a su cargo a mi hermana pequeña, que ahora tiene 29 años. Mi madre falleció poco después y no supimos más de mi hermana. Se llama Shirley”, decía parte del posteo.
Para sorpresa de todos, una peluquera que vive en la zona de la Terminal de Ómnibus de Asunción ó con Fátima, tras la publicación, y le dijo que tenía una clienta que era enfermera y que se llamaba Ana, cuya hija tenía el nombre de Shirley.
Con los datos proporcionados por la peluquera, Fátima logró encontrar el perfil de Facebook de su hermana y así entraron en o a través de una videollamada.
“Lo más emocionante y conmovedor de todo es que Shirley esperó toda la vida para que su familia la busque. Como parte de esa búsqueda, ella decidió estudiar Enfermería y especializarse en oncología para poder trabajar en el Hospital del Cáncer y esperar a que algún día llegue hasta ahí algún familiar preguntando por ella”, explicó Marcos.
El reencuentro con el menor de los hermanos
Luego de tener éxito con la búsqueda de Shirley, Fátima y su pareja decidieron retomar la búsqueda del hermano menor, Alberto. Solo sabían que fue entregado a meses de nacer a un tal Lalo.
Con la cooperación de algunas personas pudieron saber que se trataba de Lalo Sanabria, pero una vez que lo ubicaron, este les dijo que cuando el niño tenía cuatro años lo entregó a otra familia, que a su vez, cedió el cuidado a una mujer llamada Rosa Denis.
Una publicación en la sección fúnebre de un diario ayudó para saber que Alberto llevaba el apellido de su madre y que su padre adoptivo había fallecido.
Tras hilar varios datos, Fátima pudo dar con una tía política de su hermano, pero la comunicación se dificultó ya que el hermano menor no sabía que era adoptado.
Una vez más, utilizando las redes sociales, lograron ubicar a Alberto, y Fátima decidió enviarle un mensaje privado y, posteriormente, entablaron conversación. Tras algunas charlas, finalmente le hizo saber el motivo del o.
Alberto mencionó a su hermana biológica que siempre tuvo dudas sobre su origen, pero arropado por el cariño de su familia, decidió no hacer preguntas al respecto.
Fátima relató su enorme alegría por el reencuentro, pero asegura que Aldo, quien ya falleció, hubiese celebrado con más fervor, ya que siempre fue muy apegado a sus hermanos. No obstante, todos ellos aguardan ansiosos el momento de poder estar frente a frente y sumergirse en un abrazo profundo.
La historia de estos hermanos no está alejada de la realizad de muchos compatriotas que, ante la extrema pobreza de sus padres, fueron separados de sus raíces y entregados a otras familias, esperando que ahí tengan un futuro mejor. Muchos de estos niños terminan siendo víctimas de violencia o son sometidos al trabajo infantil.
