Hoy la población de Ucrania e incluso la de varios países europeos se encuentra en vilo temiendo una reacción y una represalia militar desproporcionada por parte de la Federación rusa.
Este evento trajo a mi memoria un término que fue utilizado en el Foro Económico Mundial en Davos en el año 2023 para explicar la situación del mundo actual, la palabra es policrisis.
La policrisis global es la convergencia de múltiples crisis interrelacionadas como: La crisis financiera que comenzó en el 2008, pero cuyas consecuencias se sienten hasta hoy; la crisis sanitaria del Covid-19 que paralizó al mundo; la crisis de seguridad con la guerra entre Rusia y Ucrania, las interminables guerras en el Medio Oriente y el aumento de las tensiones en Taiwán y en Corea del Norte.
Estas crisis han originado nuevas crisis como: La crisis alimentaria y energética, el aumento de la inflación y la desigualdad y el incontenible flujo migratorio de personas, desde los países en guerra o con pobreza hacia los países desarrollados.
En el aspecto político la polarización es cada vez mayor entre los nacionalistas y los globalistas; entre los partidarios del libre mercado y los proteccionistas y entre los militaristas y los pacifistas.
En el aspecto económico vivimos un verdadero proceso de desglobalización de las cadenas industriales globales hacia cadenas regionales o hacia la radicación de las industrias en países amigos (friendshoring).
Todas estas crisis están ocurriendo en los países del Hemisferio Norte, donde están las grandes potencias militares e industriales, donde vive el 87% de la población mundial y entre ellos se realiza el 75% del comercio internacional.
Tan importante es este hemisferio que Henry Kissinger decía que “la historia del mundo es la historia de los países del Hemisferio Norte”.
A pesar de este escenario global tan desfavorable “el sur también existe” y para los países de este hemisferio, especialmente para los países del Mercosur, donde está el Paraguay, existen oportunidades que pueden y deben ser aprovechadas.
En primer lugar, nos encontramos lejos de las zonas de guerra donde la población vive con el miedo permanente de una escalada del conflicto que lleve a la utilización de armas nucleares.
Pero no solamente estamos lejos, sino que somos realmente una zona de paz, no tenemos armas nucleares, no tenemos el terrorismo islámico y no tenemos conflictos territoriales entre los principales países.
Muchos países de la región, vecinos y amigos de los Estados Unidos van a beneficiarse de la relocalización de las industrias norteamericanas que salen de China.
En segundo lugar, el Mercosur es un gran productor de alimentos en un mundo donde a pesar de los conflictos existentes, la población sigue creciendo. Hoy somos 8 mil millones de habitantes y las proyecciones indican que seremos 9,6 mil millones en el 2050.
En los próximos años van a sumarse 1,6 mil millones de personas –más que la población actual de China– que tienen que alimentarse todos los días. Adicionalmente, India y China, los dos países más poblados del mundo van a continuar creciendo y desarrollándose y una población con más ingresos come más y mejor.
Para aprovechar estas oportunidades que surgen a pesar de la policrisis global, tenemos que realizar un cambio transformador del Mercosur que haga posible ampliar y mejorar radicalmente nuestra infraestructura y nuestra logística y tenemos que abrir nuevos mercados para nuestros productos.
Tenemos que convertirnos en un proveedor clave de alimentos, de energía limpia y de paz.