Recibiendo a los vecinos y s del parque se hallaba el viejo mural que en los últimos tiempos fue abandonado por la istración municipal de Asunción.
“Cuando comenzamos a trabajar por este mural, el desafío era no perder la esencia histórica”, dijo el artista José Quevedo en una entrevista con Última Hora.
Delante del mural, según recordó Quevedo, se contaba con un monumento a Carlos Antonio López, un busto trabajado en metal. “Lastimosamente, el busto fue hurtado. Así que nosotros, para no salir de la esencia, mínimamente tocamos la historia de este mural, pero incluyendo ya materiales más duraderos, en este caso el mosaico con cerámica, con venecita, con chapa y un poco de metal para recuperar el monumento”, describió.
Quevedo hizo énfasis en que el mural es un símbolo del parque, puesto que “la gente entra, se toma fotos y sabe que está acá la obra de Hermann, que ya tiene más de 50 años”. Detrás del mural se encuentra, forjada en hierro, una frase destacada que dice: “Las escuelas son los verdaderos monumentos que podemos ofrecer a la libertad”.
“Nosotros, como artistas, vamos a darle una revalorización, vamos a limpiar, pintar, pero no vamos a tocar la obra, porque la obra en sí se mantiene. Vamos a hacer un poquito de paisajismo y de jardinería”, detalló Quevedo, y adelantó que la obra será inaugurada este mes gracias a los trabajos coordinados con la Dirección del Área Social de la Municipalidad de Asunción.
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El olvido de la obra de Guggiari y una cabeza robada
Javier Guggiari, hijo del artista que construyó el mural, explicó que esta construcción se concibió, en un principio, como un gran pizarrón. “Tenía las letras que ahora están detrás, escritas por los niños. Y en una esquina estaba el busto de Carlos A. López. Él fue un personaje que ayudó mucho para la educación en Paraguay. Entonces ese era un homenaje para los niños”, contó el escultor.
La Municipalidad quiso revitalizar la obra en 2019 y además extraer las letras que se destacaron originalmente, pero, con la intermediación de la familia de Guggiari, las letras finalmente no se quitaron. En vez de esto, se colocaron detrás, relegadas por una obra pictórica que en los últimos años terminó deshaciéndose.
Javier recordó, por otro lado, que su padre también aportó al parque realizando un monumento a Fernando Pinedo (fundador de San Lorenzo y Concepción) en el año 1972, usando chapa de hierro reciclada y piedra. “Esa obra hizo mi papá con hierro. Él se iba mucho al arsenal naval y ahí traían chapas de barco que estaban oxidadas. Lo que le gustaba a mi papá era la oxidación que tenía, lo carcomido que estaban. Y trabajaba con esos materiales de forma muy artesanal”, rememoró.
Años atrás, mientras caminaba por el parque, Javier descubrió que dicha obra estaba incompleta, puesto que se había robado la cabeza. De acuerdo al artista, dicha parte del monumento se encuentra en un museo de Encarnación. “El que robó habrá vendido al museo”, dedujo y contó que cuando realizó el hallazgo, se ó con las autoridades de la Secretaría Nacional de Cultura. “Quedaron en que iban a arse con la familia (que posee el museo), pero no pasó nada, la cabeza sigue ahí", lamentó.
Mencionó que este tipo de obras deberían valorarse más, puesto que se trata de un bien cultural de gran valor. “Todo el mundo va a buscar cultura en los países que visitan. Buscan historias, buscan arte. El mundo le da valor a eso”, observó.
Sobre el monumento a Carlos A. López
Hermann Guggiari, en una entrevista que data de 2007 (según la publicación En voz alta, difundida en el Portal Guaraní), se refirió al monumento a Carlos Antonio López diciendo cuanto sigue:
“Cuando me encargaron el monumento a Carlos Antonio López, yo pensé en un pizarrón, con letras de acero con la frase de don Carlos Antonio López, entre comillas: ‘Las escuelas son los mejores monumentos de la libertad’... y la firma de don Carlos sin comillas, con letra de niño. El día de la inauguración se acerca el presidente Stroessner y me dice: ‘Me gusta su monumento, pero por qué ahí no ponemos la firma auténtica de Carlos Antonio López?’. Y le expliqué que era en tercera persona, era un niño que estaba escribiendo la frase. ‘Pero a mí no me gusta así', me contestó, y le dije que así lo había concebido. Me preguntó si no quería reeditarlo mejor en el Chaco. ‘Disculpe, presidente, pero ko’ape che amandase (en esto quiero mandar yo). Usted manda en su gobierno’. Luego sus colaboradores me preguntaron cómo se me antojaba hablarle de esa manera al presidente. El único que se me acercó a felicitarme al oído fue Hipólito Sánchez Quell”.