31 may. 2025

Rosalía y las horas

Por Fernando Boccia Torres – [email protected]

El tiempo, se sabe, es relativo. Una hora puede parecer un segundo y viceversa. Cualquiera que haya entrado, por ejemplo, a la cárcel de Tacumbú puede confirmar que las manecillas del reloj giran más despacio en ese oscuro lugar. Para Rosalía Amarilla Escobar, presa en China y condenada a muerte, el tiempo es lo más preciado que tiene y a la vez un constante recordatorio de su infortunio: su ejecución fue postergada hasta el próximo 20 de marzo. Hasta entonces, cada día será a la vez un regalo y un infierno para esta madre soltera de 33 años que nunca tuvo problemas con la ley antes de su detención en Pekín.

Ella integra la lista de los tres mil paraguayos presos en cárceles del exterior, en su mayoría, por casos de drogas. También está en la lista de más de tres mil víctimas de redes de trata de personas que sacaron a mujeres de nuestro país para explotarlas en otro lugar.

En su caso, los investigadores paraguayos creen que fue captada como una víctima más de trata con fines de explotación laboral, pero su destino fue otro: bajo engaños la llevaron hasta São Paulo, Brasil, y ahí la obligaron a llevar 3,6 kilos de cocaína a la República Popular China.

La Fiscalía presume que más de diez chicas fueron enviadas a distintos puntos del mundo con droga por la misma organización que obligó a Rosalía a esconder cocaína entre su ropa. Recientemente se descubrió el caso de otra paraguaya que fue detenida en Shanghái en las mismas circunstancias y que también está condenada a muerte. La falta de relaciones diplomáticas con China hace que el Estado paraguayo ni siquiera se entere cuando un compatriota cae preso en el país asiático.

Hay pocos crímenes que denigran tanto la dignidad humana como la trata de personas. Las víctimas literalmente pasan a ser propiedad de miserables delincuentes. En la lucha contra este flagelo, Paraguay dio un importante paso adelante con la sanción de una ley especial con nuevos mecanismos de investigación y protección a las víctimas. No obstante, la Fiscalía paraguaya no puede catalogar a Rosalía como una víctima de trata debido a que, aparentemente, no fue explotada sexualmente ni laboralmente, los únicos dos fines contemplados en la ley. Así como las leyes van adaptándose a los nuevos tiempos, también lo hacen los delitos.

Rosalía Amarilla hoy es el nombre de todas las víctimas de criminales que se dedican a vaciar a este país de su principal capital: su gente. La lucha en contra de la trata de personas –que condujo a Rosalía a la pena de muerte– tiene que darse desde el Estado, así como desde la sociedad civil. Su vida debe convertirse en una exigencia ciudadana y popular, y el Gobierno debe aunar esfuerzos para mediar y detener la ejecución. Cada hora que pasa es clave y cada día, crucial. Rosalía debe vivir.