El temporal que azotó la pasada madrugada a gran parte del país puso –una vez más– en evidencia la endeble infraestructura de nuestras ciudades. El sistema de tormentas trajo intensas lluvias y fuertes ráfagas de viento, además de los ya conocidos tristemente caudalosos raudales que se llevaron todo a su paso. El país no puede seguir tan expuesto a los fenómenos climáticos que amenazan sistemáticamente la seguridad de la población. Es hora de que las autoridades asuman sus responsabilidades por el bien de la población.
Asunción, su área metropolitana, el Departamento Central, el Este del país y otras zonas padecieron la fuerza de la tormenta que, en muy poco tiempo, provocó peligrosos raudales, inundaciones repentinas, viviendas dañadas, árboles caídos, vehículos arrastrados y miles de s sin energía eléctrica.
Expertos en meteorología explicaron que el temporal produjo de 100 a 120 milímetros de lluvias, lo que significa que en un metro cuadrado de superficie se acumularon 120 litros de agua, lo cual es mucha agua en poco tiempo, lo que explica los perjuicios.
Lamentablemente, en el Paraguay se ha normalizado que una lluvia prácticamente paralice las actividades y que la precaria infraestructura urbana se vea avasallada por la fuerza de la naturaleza.
El raudal, asimismo, causó estragos en calles y avenidas de la capital y en Central cuando incluso unidades del transporte público quedaron varadas en medio de la corriente y hubo casos en los que pasajeros tuvieron que bajar en pleno raudal para empujar el rodado que había quedado atrapado en medio de una laguna que se formó en medio de la torrencial lluvia. Otra consecuencia es que gran cantidad de funcionarios y empleados del sector privado tuvieron grandes dificultades para llegar a sus lugares de trabajo por el caos en el tránsito.
Las situaciones que se observan con cada tormenta o con cada copiosa precipitación no son solo anécdotas. Estas son la consecuencia directa de una pésima gestión en la istración de nuestras ciudades por parte de las istraciones municipales y también del Gobierno central a través de sus ministerios.
Estas mismas autoridades que han ignorado las advertencias de los expertos sobre las consecuencias del cambio climático que como podemos experimentar hace que se intensifiquen los fenómenos extremos del clima. Por eso tenemos olas de calor, periodos de lluvias abundantes, tormentas severas, todo lo que sumado a la condiciones de la infraestructura de las ciudades conforma, por decirlo de alguna manera, la tormenta perfecta para el desastre
Estamos viviendo las consecuencias del crecimiento desordenado de nuestras poblaciones, la falta de organización y, particularmente, la ausencia de planificación de parte de las autoridades municipales. Cada acontecimiento climático deja secuelas graves, lo que demuestra la responsabilidad de autoridades y funcionarios y el elevado costo de la ineficiencia y desidia.
Tras cada tormenta observamos las consecuencias, hay pérdida de materiales y también en vidas humanas, como advertían los expertos y como hemos visto en ciudades como Lambaré y Luque, recientemente cuando personas fueron arrastradas por la fuerza de los raudales.
Frente a estas realidades debemos actuar de forma urgente.
Como señalaba la doctora Antonieta Rojas sobre las consecuencias del cambio climático que estamos viviendo, corresponde a la academia investigar quién o qué causó la situación que estamos viviendo. “Especialmente en el caso de Paraguay, tenemos que implementar estrategias de adaptación para la población humana, animal y ambiental, para que el impacto climático no ocasione riesgos importantes. Ya tenemos que empezar a medir el riesgo que todo esto puede ocasionar”, aseveró la bióloga. (ÚH Febrero 10, 2025)
Este es un mensaje fundamental para las autoridades del Gobierno central y de los gobiernos municipales, pues son ellos quienes deben asumir la responsabilidad y el compromiso de hallar las soluciones y hacer posible que la población pueda vivir segura y con bienestar.