El legado de Ardissone, quien, al decir de su colega Marcela Gilabert, “hizo que su apellido sea sinónimo local de teatro”, va más allá de su férreo deseo de sumar al desarrollo del género en el país, implicó su deseo de sumar al despertar de conciencia colectiva a través de un teatro crítico.
Tanto creía que a través de la cultura y el arte el país podía salir adelante, que fue un pionero en poner en acción proyectos para acercar el arte a la ciudadanía, y sobre todo a los jóvenes “para sumar a su formación integral”, a través de su Programa Estudiantes al Teatro, que tiene más de tres décadas de vigencia y por el cual pasaron más de 800.000 alumnos.
Desde su más tierna infancia, tuvo afinidad con el teatro, un afecto inculcado por sus padres que le llevaban a ver zarzuelas españolas. Se convirtió más que en una forma de disfrutar la vida, “un soporte muy importante”, una forma de atravesar duros momentos.
Tanta fue su entrega que luego de una década de combinar su pasión por las tablas con su profesión de arquitecto, decidió dedicarse de lleno al arte escénico, en 1982.
Inculcó con su ejemplo cualidades que consideraba fundamentales para la carrera actoral: compromiso y responsabilidad, respeto, tanto con los compañeros de elenco, como con el público, al punto de que a veces su personalidad perfeccionista era intimidante.
“Su presencia en la sala tranquilizaba y perturbaba a la vez. Queríamos hacer todo bien para que se sienta orgulloso de su producto”, recordó la actriz, productora y directora Patricia Reyna, quien le dirigió en dos obras y destacó su respeto y disciplina. “Fue un gran señor”, calificó.
Las obras que eligió, de autores nacionales e internacionales, fueron impecables, desde lo estético hasta en las elecciones de los temas, y en ellas, logró lo que él siempre destacaba: cercanía, por la proximidad entre actores y público en el pequeño escenario del Arlequín.
“Durante décadas mantuvo un teatro con temporadas permanentes, lo que hizo es un milagro que muchos hemos disfrutado”, destacó su colega Agustín Núñez.