05 jun. 2025

Urge fortalecer la familia y mejorar gestión de instituciones

El caso de la joven María Fernanda nos llama a reflexionar sobre lo que el suceso nos dice de la sociedad en la que vivimos. El horrendo doble crimen es un llamado de atención acerca de la salud mental de la población; también sobre la necesidad de fortalecer la familia como un ámbito de diálogo y cuidado de los hijos. Como sociedad debemos enfatizar el respeto a la vida y seguir sosteniendo que la violencia no es el mecanismo para resolver problemas. Las autoridades deben entender que urge mejorar las respuestas de las instituciones.

Es momento de dejar de enfocarse en los detalles escabrosos de la muerte de la joven María Fernanda y apuntar a las necesarias reflexiones que como sociedad deberíamos cavilar. El crimen de la adolescente, quien llevaba 14 semanas de gestación, nos interpela a todos, a la sociedad y al Estado paraguayo.
Resulta evidente que algo está fallando en el sistema educativo y en la capacidad de respuesta de las instituciones, cuando una joven debiendo enfrentar una situación como la que estaba viviendo la adolescente, no halló consuelo ni contención.

La respuesta institucional llegó en forma de más retórica y solo cuando el caso estalló en los medios de comunicación y la televisión transmitió en horario central; comenzaron las muestras del enojo de la comunidad, entonces las autoridades llamaron a una conferencia de prensa.

En la residencia presidencial, en ausencia del titular del Ejecutivo que se encuentra de viaje, los ministros del Interior, Educación y Niñez expresaron la solidaridad con la familia y seres queridos de la joven fallecida. El ministro de la Niñez y la Adolescencia, Walter Gutiérrez, anunció que “se ha tomado la determinación de formar, por decirlo así, un ejército de funcionarios para trabajar en prevención (de la violencia) de forma simultánea en los 17 departamentos del país”. Mientras, desde el Parlamento, un diputado con mucha prisa sugirió la idea de un proyecto de ley para establecer la cadena perpetua para casos de homicidio; también propuso que los adolescentes sean imputados igual que los adultos.

Del Estado paraguayo, sin embargo, la sociedad demanda otro tipo de respuestas. Deben ocuparse de forma urgente de la salud mental de la población, pues estos hechos no describen precisamente a una sociedad sana, lo cual requiere atención e inversión de parte del Gobierno. También desde el punto de vista de la educación hay mucho trabajo pendiente. En el tiempo que vivimos, se debe resaltar la importancia de la educación integral en salud sexual y reproductiva. La tragedia de María Fernanda será por siempre un recordatorio de que los niños, adolescentes y jóvenes necesitan educación e información de calidad. Asimismo urge que la educación sexual integral exponga con claridad los riesgos y complejidades que implican las relaciones en la etapa de la adolescencia cuando hay un proceso de maduración y desarrollo psicológico y emocional en camino. Y, por sobre todo, necesitamos que la escuela brinde educación en el respeto, el diálogo y la práctica de la tolerancia ante las frustraciones, como parte de la vida. Como sociedad, este crimen también nos interpela y nos exhorta a fortalecer la familia para que esta sea un ámbito de diálogo y cuidado de los hijos, hoy más que nunca, considerando los desafíos que vivimos a diario, es fundamental la construcción de la confianza en el seno familiar.

Al mismo tiempo, es importante que la sociedad tenga siempre presente el respeto a toda vida humana, incluso a aquel ser humano de 14 semanas de gestación. No podemos aceptar el convencimiento de que la violencia es el mecanismo válido para resolver problemas, conflictos y frustraciones.

Nos encontramos frente a una emergencia, como afirman desde ONU Mujer, “Si algo te está matando, eso es una emergencia sanitaria”; puntualicemos pues la responsabilidad del Estado para invertir en salud mental, en una rápida acción de la Justicia y en combatir también la violencia machista.

Afirma un proverbio africano que “para educar a un niño, se necesita una tribu entera”, por eso, además de fortalecer a la familia como espacio fundamental para la construcción de valores debemos asumir como sociedad la responsabilidad del cuidado y la protección de los niños y las niñas ante los peligros que acechan en la actualidad.

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