No por previsible, el hecho deja de ser escandaloso. Los asuncenos seguimos sin saber dónde están los 500 mil millones que fueron desviados, según el dictamen emitido por la Contraloría General a mediados del año pasado. El concejal Álvaro Grau sostiene que la documentación está maquillada, pero, aún así, se reconoce que solamente hay un 12% de ejecución presupuestaria en materia de obras en una ciudad que clama por inversión física.
Asunción muestra hoy un estado de abandono que entristece. Pero su futuro puede ser más desalentador. La deuda total de la Municipalidad, incluyendo bonos, déficit de caja y cuentas pendientes asciende a 250 millones de dólares. La Municipalidad no puede cumplir sus obligaciones en el corto plazo y tiene casi el 60% de su patrimonio comprometido en deudas. Es que, según el concejal Humberto Blasco, la cadena de la bicicleta financiera se soltó y, aunque se está al día con los acreedores bancarios, en unos tres meses serán necesarios nuevos préstamos. De hecho, los concejales opositores denunciaron que se habrían obtenido, a espaldas de la Junta Municipal, otros tres créditos a corto plazo por unos 280 millones de guaraníes.
La istración de Nenecho no es, sin embargo, buena pagadora con otras instituciones. Por ejemplo, no transfiere al Ministerio de Economía y Finanzas el 15% del impuesto inmobiliario recaudado y arrastra una deuda de 32.000 millones de guaraníes con la Caja de Jubilaciones y Pensiones del Personal Municipal. Además, debe 8.000 millones a la Dirección de Beneficencia y Ayuda Social (Diben), producto del cobro de cánones a los juegos de azar.
El presupuesto previó ingresos ilusorios. Esta istración esperaba recibir 100 millones de dólares en gestión tributaria, 21 millones en subasta de la Costanera y otros 15 millones por el estacionamiento controlado. Nada de eso ocurrió. Con cifras tan dibujadas, nada tiene de extraño que solo haya recaudado el 48% de lo previsto para el año 2024.
Como sea, este descalabro istrativo fue aprobado sin que siquiera fuera necesario que Nenecho compareciera al recinto. Votaron a favor casi todos los concejales colorados, lo que no constituye una novedad. Pero, como los votos no alcanzaban, hubo que apelar a los siempre confiables aliados liberales. Ellos son Augusto Wagner, Ramón Ortiz y Félix Ayala. Hace años que constituye para mí una curiosidad saber por qué el electorado liberal asunceno vota a candidatos sistemáticamente funcionales al cartismo desde hace años. ¿Tan influyente es el clientelismo capitalino en el direccionamiento de los votos? Probablemente, sí, pues no creo que su inexplicable manera de actuar sea aprobada por los liberales decentes.
Lo de “inexplicable” es un eufemismo. Deben obtener beneficios personales, supongo. Los dos primeros, Wagner y Ortiz, jamás hablan con la prensa. Pero Félix Ayala sí habló con Radio Monumental. Su explicación fue delirante. Dijo que la razón de su voto fue para generar “un debate más profundo respecto a la gestión municipal”. La increíble andanada de insultos que recibió en las redes sociales le deben haber hecho comprender por qué sus otros dos colegas alquilados a la ANR prefieren el mutismo.
Ayala también dijo algo así: “Me parece que hay un concepto que nosotros tenemos que definir, entre vos, la audiencia y yo: ¿Qué es ser opositor?”. Eso me hizo reflexionar sobre la reciente creación de la alianza Unidos por Asunción, un esfuerzo de varios partidos, movimientos e individualidades opositoras por llegar con una candidatura única para la Intendencia.
Un debate esencial es la actitud que tendrán con los seudo opositores que privilegian sus intereses personales. ¿Se negociará con ellos en busca de sus votos o se ofrecerá una propuesta diferente al prebendarismo que está fundiendo Asunción? Ese es el debate profundo: Cómo vencer al bolsillo profundo.