22 may. 2025

Los mediocres son más peligrosos que los malvados

Una nueva ley de patentes entró en vigor en enero. Las nuevas tarifas del régimen tributario para las municipalidades se cambiaron luego de mucho tiempo. Pero la ley duró lo que un suspiro. En marzo, en una operación veloz, el Congreso modificó la ley porque se generó un caos y protestas en todo el país por el sistema de cálculo en la antigüedad de los vehículos.
En octubre del año pasado, el Congreso aprobó la ley que establecía de forma permanente el horario de verano, derogando la vieja ley de verano e invierno. El cartismo, que había retaceado el apoyo al proyecto del diputado Sebastián García (PPQ) en el periodo anterior, impulsó sorpresivamente la ley que se aprobó velozmente en este periodo gracias a su mayoría en ambas cámaras.

A diferencia de la ley de patentes, la ley que impone el horario de verano de forma permanente no fue cambiada, pero está nuevamente en debate ante el impulso de la senadora Blanca Ovelar, quien desde el principio se opuso alegando que este huso horario perjudica a los escolares que deben levantarse muy temprano, aún a oscuras, para ir al colegio, y que más allá de la discusión sobre la inseguridad, este sistema afecta el ciclo circadiano de padres e hijos. Ya presentó un proyecto de ley para volver al huso horario anterior. Se reabrió el debate. En algunos cartistas encontró eco ya que se muestran abiertos a discutir, aunque el presidente del Congreso y líder de facto del bloque, Basilio Núñez, la mandó a despertarse más temprano. “Al que madruga, Dios le ayuda”.

SEÑALES DE ALERTA. Las dos leyes citadas afectan profundamente a la sociedad y se menciona como ejemplos de la irresponsabilidad a la hora de legislar de espaldas a la gente. Es como si despertaran un día y decidan convertir en ley un tema sin hacerse preguntas, sin tener los insumos adecuados, las perspectivas jurídicas, consejos de expertos en los temas respectivos. Y menos aún, sin auscultar a las áreas afectadas. Y eso que tienen millones de guaraníes para contratar asesores, pero prefieren darles a sus nepobabies, parientes o amantes.

Estos dos asuntos son apenas ejemplos que reflejan un serio problema del Congreso que desde el 2023 muestra síntomas de autoritarismo con la aprobación de leyes en tiempo récord sin el debido análisis, escaso o nulo debate y el uso de la mayoría para acallar cualquier disidencia.

El control absoluto del Congreso ha envalentonado al cartismo, que a falta de capacidad intelectual impone la aplanadora. “Cierre de debate” braman los mediocres cuando diputados o senadores disidentes los ponen contra las cuerdas con sus argumentaciones. Una de las razones por las que expulsaron a Kattya González fue la imposibilidad de superarla en los debates o rebatir sus acusaciones.

Mucho se ha dicho con base en el comportamiento de los legisladores que este es el peor Congreso desde la caída de la dictadura. La decadencia está llegando a niveles preocupantes porque allí ya no se debaten ideas o se confrontan posiciones. Simplemente obedecen las bajadas de líneas y las leyes se aprueban sin ningún debate, a contramano del rol del Parlamento, que deriva del vocablo “parler”, hablar. Etimológica e históricamente se refiere a una asamblea para hablar y discutir los asuntos públicos.

EL IMPERIO DE LOS MEDIOCRES. Hay una frase que resuena hace tiempo y que es objeto de estudio de los sociólogos y filósofos. “El mediocre es más peligroso que el malvado”. Este periodo parlamentario tiene ambos, pero con mayoría absoluta de los mediocres que se creen muy inteligentes. Y allí, radica el problema, el estúpido no sabe que lo es, mientras la sociedad sufre las consecuencias de su ignorancia. No se puede combatir al mediocre, porque sería como intentar una conversación con un loris perezoso, no atiende razones ni actúa con lógica. El malvado tiene otras características, empezando por su inteligencia y sus métodos más refinados. Con los malvados se puede intentar conversar e incluso, con afán, convencer. En una lucha entre el tonto y el inteligente, este tiene las de perder, porque no juegan en el mismo terreno y lo lógico es retirarse. Es una pérdida de tiempo y energía.

Pero no solo afecta a la política. Es una pandemia que infecta el ámbito jurídico, económico, cultural. Solo en el imperio de la mediocridad (y la impunidad) la Facultad de Derecho UNA puede homenajear a un ex ministro de Corte Suprema condenado por coima.

A esta ola de la estupidez se suben el autoritarismo y la corrupción. Por ello, en el caso paraguayo, el consejo no es retirarse. Hay que poner empeño, inteligencia y paciencia para combatirlos cada minuto y así evitar el absolutismo de los mediocres que están rifando la democracia.

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