05 jun. 2025

María Fernanda y lo mucho que falta hacer

Pena, indignación, bronca, sed de justicia, dolor, y una sensación de culpa colectiva al pensar en la situación límite que le tocó afrontar a María Fernanda, en sus escasos 17 años, en un entorno social donde ella no halló opciones de ayuda y contención. ¿Por qué no buscó ayuda recurriendo a un adulto? ¿Por qué no confió en sus padres? Una catarata de porqués inunda el ambiente. Sacude a los padres de familia, a los colegios, a la Iglesia y, como es natural cuando afrontamos un hecho tan trágico, incluso a las autoridades nacionales. Al punto, que el Ejecutivo convocó a una cumbre de poderes ayer.

El caso de María Fernanda Benítez, asesinada por un compañero de colegio, pareja ocasional de quien quedó embarazada y quien, en el intento de provocarle un aborto, terminó muerta e incinerada aparentemente viva, simplemente no debió ocurrir. Comencemos por su embarazo. La educación sexual es un gran déficit en nuestra sociedad. Los padres no hablan de sexo con sus hijos e hijas. Este sigue siendo un tema tabú. En los colegios lo abordan de una manera insuficiente. En los libros explican las funciones del aparato reproductor masculino y femenino, las infecciones de transmisión sexual (ITS) y algún que otro punto. El promedio de edad de la iniciación sexual en el país es de 13 años. Hay un consumo temprano y extendido de pornografía por parte de los chicos a través de sitios que reafirman el machismo y la cosificación de la mujer. Urge informarles de los métodos de prevención del embarazo adolescente, orientarles sobre los métodos anticonceptivos y sobre los servicios donde pueden acercarse para aclarar sus dudas. Pero de estos temas no hay que hablar solo una vez, en determinado grado o curso, sino todo el tiempo que surja la oportunidad. Los profesores de cualquier materia deberían estar preparados, muy bien informados, para tratar el tema integralmente. Así como de la responsabilidad mutua que conllevan las relaciones sexuales.

Todo esto, en un contexto altamente sexualizado. Hasta el contenido de la música que consumen hoy los chicos habla explícita y con saturación de sexo. Sumemos el fácil y sin control a las redes sociales y todo tipo de sitios en la web. Los colegios enfrentan frecuentes casos de sexting entre los alumnos o de sextorsión. Existe una alta exposición sexualizada de las imágenes (videos y fotos) que los adolescentes realizan en sus perfiles, sin mayor orientación por parte de los adultos que, en su gran mayoría, no fiscalizan en qué están sus hijos. El tema de la sexualidad se nos escapa a las instituciones y a las familias en general. Los chicos y chicas van a una velocidad con la que ni mínimamente sintonizamos. Tampoco hay mucho esfuerzo e interés por hacerlo.

Cuando sucede una situación como lo ocurrido a María Fernanda, quien en la famosa celebración del UPD (último primer día de clase) fue pareja casual del compañero de colegio –este finalmente se convirtió en su verdugo– no encontró, meses después, quien la asesore y ayude a afrontar un embarazo. No le explicaron todas las opciones con sus respectivas consecuencias. No tuvo esa oportunidad. No halló sitio alguno que le diera el apoyo que precisaba. Otro decidió sobre ella, su cuerpo, y el bebé en su vientre. Como ocurre con tantas jóvenes, abandonadas a su suerte por la pareja, cobarde e irresponsable, en un país donde la violencia hacia la mujer es práctica común.

Es imperioso que los chicos cuenten en sus colegios con un espacio de contención para la variedad de situaciones que atraviesan hoy. Quizá un departamento de bienestar estudiantil. Las instituciones educativas deben activar también las escuelas de padres donde estos compartan sus dudas, miedos, desconocimiento y búsqueda de las mejores prácticas de cuidado y educación.

Las municipalidades y los ministerios también deben destinar recursos para apoyar a los adolescentes a vivir esta etapa de sus vidas sin violencia, sin drama, informados sin sesgos y contenidos.

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OPINIÓN. Hemos sido testigos de un acontecimiento quizá de los más violentos y repudiables acaecidos en nuestro país desde hace muchos años, es imposible no sentirnos provocados. Un chico ha decidido asesinar no solo a su hijo en camino, sino que también a la madre de ese niño, su novia.