Los datos duros, o sea de fuentes independientes normalmente muy auditadas en su rigurosidad de métricas, indican que en el contexto latinoamericano tenemos un nivel muy inferior en muchas cosas, como costo de energía, costo de alimentos básicos, presión tributaria de escolarización terminada y bajos niveles de atención de salud básica. Algunos de estos índices son buenos y nos generan una ventaja competitiva frente a otros países. Además de otras limitaciones que nos impiden ir superando la escalera del desarrollo humano digno.
Estamos aún lejos de estar satisfechos. Es la realidad para una gran mayoría. Pero no vamos a negar el avance logrado durante 20 años en muchos de estos desafíos. Aunque definitivamente estamos en una batalla entre los que van a hundir nuestra propia percepción por tu intensa campaña de que estamos condenados a ser corruptos, ineficientes, incapaces. Y, por otro lado, están los que se concentran con mirar los avances que hemos hecho con mucho sacrificio y consistencia, proponiendo cambios y nuevas formas de evolución ante los escollos que aún tenemos que enfrentar.
Y hemos hecho mejoras marginales en muchas áreas, algunas más intensas que otras, pero el desafío pendiente es cambiar el Paradigma que nos lastra en nuestras propias mentes. Debemos ir contra la burocracia y hacia claridad en valores positivos. Nuestra mirada hacia nosotros mismos debe ir consolidándose hacia un nuevo Paraguay, ¿qué mirada debemos apoyar?, ¿a quién le interesa la verdad?, ¿pero, antes que nada, qué es verdadero?, ¿cuál es el rostro de nuestro país?, ¿por qué un extranjero nos ve tan diferentes de lo que nosotros mismos nos percibimos?
Pues resulta que una gran mayoría asume que lo verdadero es lo que tenemos disponibles en los medios de comunicación, entre ellos los digitales, cuando este hecho dista mucho de ser una realidad saludable. Pero sí no podemos confiar o por lo menos informarnos en alguna parte, ¿qué podemos hacer ante este “reel” de comunicaciones tan distintas y, sobre todo, llenas de interpretaciones personales con mucha carga emocional del propio autor del comunicado o de la línea editorial de la empresa de medios?
La reflexión es qué debemos elegir. Y no solo elegir, sino ser muy exigente con la línea de información que nos afecta en nuestros pensamientos. Desde luego que hoy en día ya nadie discute como en el estado de ánimo y la predisposición de aportar, trabajar y enfrentar desafíos. Es decir, cuál de los mensajes tiene una relación directa con la percepción de tu contexto.
Si tu percepción es que tenemos pequeños avances y que estamos consiguiendo, entre todos, un país más digno y justo ladrillo a ladrillo, tus propias posibilidades de mejorar son mayores. Por lo que podemos elegir qué estará en nuestra mente. Además, es importante no estar satisfecho, es importante nunca aceptar la ineficiencia, la corrupción, pero es aún más importante ser parte de la solución. No podemos decir “qué sucia está nuestra ciudad” y luego tiras el papel de tu caramelo por tu ventana del auto. No podemos decir que asco estos políticos corruptos y ante una multa por cruzar luz roja sobornar al agente de tránsito.
Está casi permanente dualidad en el “ser” de muchos de nuestros compatriotas debería ir cambiando paulatinamente basados en el interés propio de ser mejores. Debemos elegir cada vez con más intencionalidad de qué lado estamos de la “realidad impuesta” por lo que percibimos. No estamos sentados en un teatro frente a una obra en escena, estamos dentro de la escena.
Y, por último, insisto que considero que la observación con datos duros, que la propuesta concreta de un cambio, que la denuncia de una injusticia, la declaración pública de una violación de la ley, son obligaciones de cada ciudadano que quiera un país mejor. Hay muchos más héroes que villanos en esta puesta en escena de la obra Paraguay posible. Elijamos qué tenemos en nuestras mentes y qué rol desarrollamos en este contexto. Optar por un país que avance día tras día es el desafío ineludible.