Pedro R. Caballero
El Diario apareció el 1 de junio de 1904 y sus fundadores fueron Eduardo Schaerer, presidente de la República entre 1912 y 1916, y Adolfo Riquelme, prominente figura política de principios del siglo XX. Durante la contienda chaqueña, en la primera plana del periódico, en la margen izquierda o al pie de página, aparecía de manera continua, o en intervalos de cada tres días, el comunicado oficial de las Fuerzas Armadas Paraguayas, que llevaba el nombre de Boletín del Ministerio de Defensa Nacional. El boletín informativo era remitido por el jefe de la sección de prensa, en sus primeras ediciones, a cargo de Pastor Urbieta.
Otro aspecto interesante de este periódico radica en la aparición en sus páginas de los informes de Radio Prensa, institución que fue instalada en el corazón mismo del Comanchaco. Además de las informaciones referentes al conflicto, este periódico dedicaba varias páginas, denominadas Vida Social, a las actividades sociales desarrolladas en el país, tales como la llegada de delegaciones, aniversarios, actos de beneficencia, cine, teatro, artes y espectáculos. En sus ediciones dominicales, El Diario publicaba una edición especial sobre la Guerra del Chaco, con ocho páginas, acompañadas de elementos históricos, como los logros del ejército paraguayo, la posición del ejército y la situación de las tropas adversarias; así como las bajas registradas por nuestro ejército y el boliviano.
La opinión pública a fines de la guerra
Al periódico El Diario lo podríamos calificar como un medio de propaganda combativa, denominado metafóricamente “matabolivianos”, ya que uno de los objetivos de este vespertino era apoyar al Gobierno Nacional en sus acciones, y levantar la moral del pueblo paraguayo, derribando y echando por tierra las versiones de los voceros bolivianos (Benítez, 2006, p. 126). Tal como mencionó Aníbal Benítez, no solo con armas bélicas se combatió en los cañadones chaqueños, sino también a través de los medios de prensa, que jugaron un importante papel durante la beligerancia. Durante la guerra aparecieron una serie de periódicos que propagaban, en sus hojas escritas, palabras que ayudaban a inflar los pechos de los soldados con proclamas patrióticas. Entre estos periódicos se encontraban: El Ametrallador, La Mochila, La Voz de Bahía Negra, Mbarigui, Carachá, Nanawa, El Pique de Control, Toledo, El Eco de Villa Betty, El Carmen, entre otros.
Todos estos elementos ayudaron a fortalecer el nacionalismo, pues la guerra era considerada por el Paraguay como una lucha por la subsistencia, un combate contra los invasores que venían a apoderarse de todo lo esencial del pueblo paraguayo: familia, tierras, etc., amenazados por los guaicurues, como eran llamados despectivamente los bolivianos. Para Bolivia, en cambio, como muy bien lo expresa Seiferheld, “la guerra comenzó y terminó del mismo modo, siendo un problema de política interna, de cuyos resultados dependía la suerte del gobierno” (Seiferheld, 2007, p. 29).
En cuanto a los editoriales que aparecían en el periódico, estos se convirtieron en agitadores sociales al intentar generar una opinión sobre los sucesos acaecidos durante la contienda chaqueña. Al decir de Juan Antonio Gracia sobre los editorialistas, “son los primeros responsables materiales e inspiradores del contenido moral y de la forma de los textos periodísticos. Ellos ejercen la labor de presión sobre el público” (Gracia, 1962, p. 46). En lo referente a las noticias difundidas por este medio periodístico, cabe mencionar que los contenidos de las ediciones de 1934 y 1935 permitieron observar que la comunicación lleva consigo, de forma clara u oculta, una doble intención para lograr influir en los lectores, despertar el interés y llamar la atención sobre los sucesos acaecidos durante la contienda bélica.
Así, en la edición del 6 de marzo de 1934, se pudo leer como título “Continúa la retirada boliviana hacia el fortín Ballivián”, con lo que el vespertino pretendió menoscabar al enemigo. En la edición del 8 de marzo del mismo año, se pudo leer como título “Posiciones conquistadas por nuestro heroico ejército”, haciendo hincapié en los logros del ejército paraguayo. Además, en el mismo número se publicó, en la sección de Informaciones de Prensa, un boletín del Ministerio de Defensa Nacional en el que se informaba que los bolivianos realizaron otro pequeño repliegue de algunos pocos kilómetros hacia Ballivián en los sectores de Linares y Campo Jurado, Sin grandes novedades. Pastor Urbieta Rojas” (El Diario, 8 de marzo de 1934).
En el mencionado informe se puede observar la utilización de términos como pequeño, poco y sin grandes novedades, con la clara intención de minimizar el avance de las fuerzas bolivianas durante la contienda. Leyendo los titulares, se aplica la estructura comunicativa de la información; se presentan hechos desde la perspectiva del medio, se puede ver claramente que se minimizan las situaciones y se agrede explícita e implícitamente al adversario, basándose en las debilidades y utilizando los fracasos del Gobierno boliviano para elevar las expectativas de la sociedad paraguaya, que, en medio del conflicto, sufría las secuelas económicas y sociales de la guerra. Así, podemos leer títulos como “En Bolivia se estaría por producir una crisis ministerial”, “Bolivia sigue enajenando su soberanía al oro blanco” (El Diario, 13 de marzo de 1934), o “Renunció el gabinete de Salamanca” (El Diario, 14 de marzo de 1934), así como “Los diarios bolivianos continúan ocupándose del fracaso de sus gestiones” (El Diario, 15 de marzo de 1934). De esta forma, el periódico ejercía un control sobre la opinión pública y al mismo tiempo adquiría estatus dentro de la sociedad, pues el contenido era útil, tanto para las autoridades nacionales como para el resto de la población paraguaya.
Como ejemplo, podemos mencionar un fragmento de la edición dominical de El Diario, que lleva por título “Bolivia en el banquillo de los delincuentes”, donde menciona que:
“Bolivia ahora se muere de amor por el arbitraje, la sabiduría y la justicia de los delegados de la Liga, los cuales piden que el Paraguay desocupe en homenaje a la paz su vasto territorio que va recuperando con la punta de sus bayonetas, la sangre de sus hijos y el caudal de su tesoro. ¿Habrase visto nada más irritante e inconcebible ante tal pedido, que rebasa los límites de lo absurdo para llegar a lo monstruoso? Insolentes!!!” (El Diario, 11 de marzo de 1934).
De esta forma, el medio periodístico se convirtió en paladín de los derechos del Paraguay, mostrándose como el férreo defensor de los intereses patrios, pues en sus escritos además de argumentar la postura paraguaya, respondió a los agravios que sufrió el país durante la contienda bélica, sobre todo lo relacionado con el arbitraje. En sus escritos, El Diario acusa directamente, como principal responsable de las maniobras deshonestas, al gobierno boliviano ante la Comisión mediadora, encargada de lograr la solución final de la contienda. En los textos periodísticos se denota claramente el realce otorgado a la gallardía y el patriotismo de los soldados paraguayos, haciendo hincapié en que, a pesar de ser numéricamente inferiores al ejército boliviano, las tropas paraguayas superaron a los bolivianos en las diversas batallas desarrolladas durante el conflicto chaqueño. Con este estilo, estos escritos instalaron una opinión generalizada dentro de la sociedad paraguaya caracterizada por el sentido de cohesión social y sentido de pertenencia del país con su ejército.
Otro aspecto interesante del actuar de este vespertino a finales de la Guerra del Chaco fue la interacción simbólica creada con los lectores al recibir sus cartas enviadas a la redacción del periódico, construyendo un vínculo de unión y comunicación regular con sus lectores sobre los principales sucesos de la contienda bélica. Un ejemplo de estas cartas de los lectores de El Diario fue la enviada por la señora Rafaela Machaín, el 14 de junio de 1934, que expresaba que, “con motivo de los acontecimientos ocurridos en el país, utilizo el espacio y aprovecho la oportunidad para seguir prestando nuestro apoyo y asociación a la causa nacional con el fervor del espíritu inquieto, y la eficacia que le dan el talento y la cultura de nuestra querida patria durante la contienda. Quisiera brindar nuestro acompañamiento de ayuda a las valerosas fuerzas paraguayas que marcan la epopeya de nuestro soberano Paraguay” (El Diario, 14 de junio de 1934).
Sin duda alguna, el vespertino El Diario, como otros varios periódicos de la época, no solo se limitaron a informar, sino que a la vez buscaron levantar la moral del pueblo y del ejército en campaña por medio de los artículos que se caracterizaron por utilizar un lenguaje caracterizado por el fortalecimiento de las ideas de nación, patriotismo e identidad nacional. Muy por el contrario a la Guerra contra la Triple Alianza, el historiador Efraím Cardozo señala que la función de la opinión pública fue importante y trascendental en el ámbito de las negociaciones en torno al Chaco: “La libertad de prensa, de reunión y de asociación, la presencia de la oposición en el Parlamento y la participación de figuras opositoras dentro de las negociaciones diplomáticas impedían al gobierno una política que no estuviera con el sentimiento público u opinión pública, que era densamente contraria a brinda más concesiones a Bolivia” (Cardozo, 1996, p. 147).
Al leer las páginas de El Diario, se puede aplicar la teoría de Carvalho, en lo referente a la construcción de héroes, ya que sostiene “los héroes son símbolos poderosos, encarnaciones, aspiraciones, puntos de referencia histórica y soportes de la identidad colectiva” (Carvalho, 2005, p. 45). El vespertino, estudiado a través de sus escritos, se encargó de la elaboración y representación de las acciones realizadas por los principales protagonistas de la Guerra del Chaco.
Al decir de Campbell, el periódico en sus páginas fue creando el arquetipo de héroe y “los héroes son personas excepcionales, fuera de la vida cotidiana” (Campbell, 1973, p. 35). El ejemplo más notorio de esa construcción fue la figura de José Félix Estigarribia, que se convirtió en el arquetipo de héroe defendido por Campbell, que emerge ante la situación particular de una nación en guerra. El Diario utilizó esta figura como un factor preponderante para la construcción y la representación de una historia de grandes victorias y luchas impulsadas por el ejército paraguayo: “Este gran soldado ocupa un punto intermedio entre las dos guerras mundiales, aprendió de la primera y sus conceptos originales anticiparon la segunda. El comandante en jefe desplegó todas sus habilidades en defensa de la patria, luchó con todas sus fuerzas e inteligencia a pesar de las debilidades en como país con una población menor al millón de habitantes, careciendo de ciertos recursos como la escasez de soldados, transporte aéreo y hasta de agua” (El Diario, 4 de abril de 1934).
Sin duda, el estilo periodístico de El Diario durante la Guerra del Chaco se ayiornó a las circunstancias históricas y las necesidades del momento que vivía el país, por ello, las noticias y los editoriales estaban sesgados por el espíritu de lucha del pueblo paraguayo ante un enemigo superior en armas y en número. El periódico El Diario, con sus artículos de opinión, comentarios, notas informativas, boletines oficiales y editoriales logró insertar en el lector la conciencia de la difícil situación por la que atravesaba el país y la necesidad de estar unidos frente a los avatares de la contienda bélica, por lo que se puede sostener que este medio periodístico se constituyó en un aporte invaluable en la construcción de la opinión pública a finales de la Guerra del Chaco, una imagen caracterizada por la visión positiva que ayudó a fortalecer al pueblo y al ejército paraguayo en los difíciles momentos de la etapa final de la guerra.
Fuentes:
El Diario. Asunción, marzo de 1934.
Benítez, A. (2006). Crónica Ilustrada del Paraguay . Asunción: Aramí.
Campbell, J. (1973). El héroe con mil caras . Princeton: Universidad de Princeton.
Cardozo, E. (1996). El Paraguay Independiente . Asunción: El Lector. Carvalho, J. (2005). A formaçao da Almas . San Pablo: Ed. Compañía de Letras.
Gracia, J. (1962). La objetividad de la información . Barcelona: Ed. Paidós.
Seiferheld, A. (2007). La Guerra del Chaco . Asunción: Ed. Servilibro.