05 jun. 2025

De transporte público y tormentas...

Llueve, caen las primeras gotas. Es martes. El viento sopla con una fuerza impresionante. El día se hizo noche. Y con este panorama, en días de tormentas, la peor pesadilla de miles de trabajadores en Central se hace realidad.

Un día de lluvia o de intensa tormenta representa no solo la posibilidad de ser arrastrado por el raudal, sino que es perder horas de vida en el transporte público de ida al trabajo o en el retorno a casa.

Es incluso preferir no ir a clases en la escuela o en la universidad por el peligro que representa salir de casa cuando llueve.

Es incluso llegar tarde al trabajo –mojado de pies a cabeza–, es invertir mucha plata para pagar el servicio de transporte de las aplicaciones, ya sean en auto o moto.

Un conductor de la plataforma me comentó el otro día que prefiere salir a trabajar en días de lluvia, debido a que los costos de transporte mejoran sustancialmente. Incluso, la oferta de transporte en moto se dispara, pese a las lluvias. Esto, atendiendo que en moto es más fácil el desplazamiento entre vehículos, me comentó.

Incluso, el otro día, atrapada en plena tormenta y refugiada cerca de un centro comercial, me tocó escuchar historias.

Allí se entiende que un día de lluvia representa la peor pesadilla de los trabajadores y las trabajadoras. “Voy a tardar como dos horas para llegar hoy a casa”, dijo una mujer trabajadora que salió a las 17:00 y fue alcanzada por la tormenta del pasado martes mientras se refugiaba bajo un techo. También se escuchaban maldiciones urbanísticas.

Sobre el punto, es importante comentar este aspecto de la Constante de Marchetti o la regla de los 30 minutos, que es una observación urbanística que sugiere que el tiempo promedio de desplazamiento diario de una persona entre su casa y su lugar de trabajo es de alrededor de una hora; es decir, debería ser de 30 minutos ida y 30 minutos vuelta.

En sencillas palabras, la constante de Marchetti establece que las personas, en promedio, están dispuestas a dedicar o aguantar alrededor de una hora en el tráfico en el marco del deslizamiento diario.

Es decir, que lo ideal es que el trabajo, la escuela y otros espacios queden solo a 30 minutos de distancia, pero la realidad es otra. Y hay varios factores que se suman a este tema, como el a la vivienda en capital y Central.

Pero el viaje ideal de una hora no se da ni en días soleados y agradables. Las personas pierden un promedio de más de una hora en el tráfico, dependiendo de la distancia.

Esta medida de tiempo se duplica o hasta triplica en días de lluvias: La peor pesadilla de un trabajador o trabajadora.

Vivir en este país es estar expuesta o expuesto a ser arrastrado por un raudal, es quedar atrapado o atrapada en el tráfico. Es vivir una odisea en el intento de llegar a casa en días de lluvias o tormentas.

Las crónicas periodísticas, el día de la tormenta, relataban las inundaciones en Fernando de la Mora, Luque e incluso Limpio.

Los ciudadanos captaron en videos cómo se vive un día en las ciudades en días de tormenta.

Más allá de la falta de políticas públicas necesarias que mejoren el transporte público en las ciudades de Central y capital, que son más que una materia pendiente del Estado paraguayo, las preguntas esenciales ante estos fenómenos meteorológicos, que ponen en jaque a las personas que transitan las ciudades y los barrios son: ¿Qué están haciendo los gobiernos departamentales y municipales para enfrentar los embates del cambio climáticos? ¿Qué están haciendo para las soluciones locales o mitigación ante el cambio climático? ¿Qué están haciendo los gobiernos locales para instalar ciudades resilientes?

Mientras, los ciudadanos y ciudadanas seguiremos esperando que las autoridades planifiquen respuestas ante la imperiosa necesidad de garantizar no solo el transporte público, sino condiciones seguras para salir de casa o volver a casa en días de lluvia.

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