Formó parte de la guerrilla urbana, del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) que activó en el Uruguay entre las décadas de 1960 y 1970, para posteriormente ser encarcelado entre los años 1972 y 1985, 13 años, en condiciones muy duras, incomunicado y en confinamiento extremo. Fue liberado tras la restauración de la democracia en el Uruguay, gracias a una amnistía general para presos políticos.
Mujica nunca utilizó esta experiencia para victimizarse; al contrario, según sus propias palabras, lo llevó a ejercitar una profunda reflexión y conocimiento de sí mismo, aprendiendo a valorar lo simple: Un vaso de agua, un rayo de sol, el canto de un pájaro. Este enfoque marcó su forma de hacer política posteriormente: Austeridad, sencillez, sobriedad, empatía y a desprenderse del odio o revanchismo. Dijo en alguna entrevista “El odio termina enfermándote. Si vivís con odio, te llenás de amargura, no podés ser libre.”
La segunda parte de su vida, lo encuentra ya en otro rol, muy distinto. En democracia, se integra al Frente Amplio siendo ministro de Ganadería entre 2005 y 2008, en el Gobierno de Tabaré Vázquez, senador y luego presidente entre 2010 y 2015.
La vida de las figuras de Estado está teñida inevitablemente de contradicciones. No existe, en certeza, una vida tan intensa, que pueda estar exenta de errores, marchas y contramarchas.
Sin embargo, el legado de Mujica lo trasciende y deja huellas profundas. En un mundo donde los políticos hacen gala a diario de incoherencias permanentes, falta de compromiso con sus votantes o exhiben sin pudor sus fortunas en las narices de un pueblo hambriento, el Pepe hizo honor a los valores más esenciales de la política: Coherencia, sobriedad, búsqueda del bien común, ética pública.
Su despedida fue popular, sencilla, con el pueblo cerca y lejos de las corporaciones, de los jerarcas o los adornos innecesarios del poder. Se fue con lo puesto, sus cenizas fueron esparcidas bajo una secuoya (que él mismo plantó) en su modesta chacra en las afueras de Montevideo, al lado de su querida perra Manuela, fallecida en 2018.
Hizo de la simpleza un arte.
Mujica se convierte así en figura inmortal.