Francisco Pecci cuenta que la familia no puede concluir su duelo mientras esté pendiente el esclarecimiento de quién dio la orden para matar a su hermano, el fiscal Marcelo Pecci, aquel 10 de mayo de 2022, en una isla de Colombia.
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–¿Cómo está pasando anímicamente la familia este tercer aniversario del asesinato de Marcelo Pecci?
–La partida de Marcelo, como la partida de cualquier ser querido, es un dolor permanente. No acaba nunca. Con el tiempo uno aprende a sobrellevarlo, pero en nuestro caso, no podemos tener simplemente ese proceso de duelo porque vemos que, en nuestro propio país, su asesinato va camino a la impunidad. Y sabemos que esa impunidad no es casual. Sentimos una conjunción de sentimientos que van desde la tristeza hasta la rabia y la frustración. Por ese motivo, nunca pudimos tener ese duelo que se pudiera llamar “normal”.
–¿Cómo califica la familia la investigación de las fiscalías de Paraguay y Colombia?
–En Colombia nos han demostrado un brillante trabajo policial y judicial. Y nuestra confianza en resultados sigue puesta en las autoridades colombianas. En el Paraguay, es muy triste notar cómo cada día es más clara la complicidad de las autoridades en el encubrimiento del crimen, por acción u omisión.
Quizás todos lo sepamos, pero no queremos itirlo. En el Paraguay, el crimen organizado manda y, lastimosamente, está por encima del Estado. El crimen organizado todo lo compra. A veces, como en nuestro caso, nos toca experimentarlo en carne propia.
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–¿Cuál fue el trato que recibió la familia de parte del Estado paraguayo (o de la Fiscalía) a lo largo de estos tres años?
–Al momento del fallecimiento de Marcelo, las autoridades nacionales estuvieron cerca de la familia y nosotros nos hemos sentido muy gratos por esas muestras de respeto hacia nuestro dolor.
Hoy en día, ya transcurrido el tiempo, vamos entendiendo que el propio Estado paraguayo es el que encubre a los asesinos de Marcelo. Quién en particular no lo sabemos, pero suponemos que altos funcionarios del Estado en general y también, indefectiblemente, el sistema judicial en particular, propician ese encubrimiento.
–¿Existe una percepción de miedo en la familia, especialmente luego del asesinato de Francisco Correa en la cárcel de Colombia? ¿Ofreció protección la Fiscalía paraguaya?
–Por supuesto que existe el miedo en nuestra familia. Tenemos mucho miedo, cada acción nuestra está marcada por el miedo. Y no solamente tenemos miedo al crimen organizado, tenemos miedo al Estado paraguayo.
Ya hemos comprobado que aunque estemos literalmente rogando por protección, el Estado no nos ofrece seguridad en ningún sentido. Se han burlado de nosotros una y otra vez.
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–¿Tiene esperanzas la familia de que la Fiscalía paraguaya llegue al o los autores morales del crimen?
–No sentimos esperanzas de que en Paraguay se haga justicia, pero siempre tendremos el anhelo de que eso ocurra. Ese anhelo nunca lo perderemos. Y tampoco podemos permitirnos dejar de buscar justicia. Lo haremos por siempre, hasta que se haga justicia, y si no se hace, continuaremos exigiendo, hasta que Dios decida que nuestro tiempo en el mundo terrenal ha terminado. Es lo que merece Marcelo.
–¿Analizan recurrir a instancias internacionales para obtener justicia?
–Sí, ya estamos entendiendo que aquí en nuestro país no conseguiremos nada. Lastimosamente, será en el extranjero que encontraremos justicia. Esto es muy triste realmente.